Fiordos del Este, Islandia. Unos 2 o 3 grados al exterior, en pleno mes de octubre islandés, y tras varios días, al fin logramos ver el cielo despejado. Debo detener el coche y contemplar fascinado el infinito manto de estrellas en su máximo esplendor. Como buen aficionado a la fotografía, me dispongo a realizar una serie de fotos; pero mi compañero de fatigas no está demasiado por la labor y prefiere no helarse, por lo que se queda trasteando con su teléfono móvil en el interior del coche (eso si, tenía prohibido encender ningún tipo de luz y lo cumplió).